miércoles, 14 de junio de 2017

Crucero en familia (y con un bebé): parte 2.


 Como ya os comenté en la entrada anterior, nuestro itinerario era Italia, Grecia y Croacia; más concretamente: Bari, Corfú, Santorini, Atenas, Dubrovnik, Venecia y Bari.

 Teníamos intención de contratar algunas excursiones con alguna empresa pero al final, podernos coordinar 10 personas, cada una desde una punta, hizo que llegara el momento y nunca lo hicieramos así que fuimos a la aventura.

 Bari: la verdad que no lo disfrutamos. Tan sólo el aeropuerto, para ir y para venir. Desde allí nos recogieron en un autobús para ir directamente al puerto donde nos esperaba el barco. Consejo para las mamás que viajan con carrito: antes de bajar del avión, preguntad donde os van a dejar el carrito. En ocasiones nos lo han sacado en puertas muy alejadas de las cintas transportadoras y sin avisar y luego nos hemos vuelto locos intentando encontrarlo. Allí nadie lo vigila e incluso es posible que te lo roben.

 Corfú: una preciosa ciudad griega, pequeña y con todo el encanto mediterráneo. Pasear por el centro entre sus calles adoquinadas y tomar un café. En nuestra mochila, llevábamos algunos croissanes del desayuno, sandwiches y alguna fruta. Gusanitos y agua para los pequeños. El tiempo en esta ciudad era escaso así que no pudimos hacer mucho.

  Un Truco para tener controlados a los niños rápidamente es llevarlos vestidos iguales. Aunque no lo parezca, en esta ocasión, fue casualidad, no nos pusimos de acuerdo!



 A la hora de embarcar de nuevo, hay que llevar siempre a mano las tarjetas del crucero. No es necesario llevar ninguna otra documentación así que nosotros optamos por dejar los pasaportes de todos en la caja fuerte de la habitación.

Por cierto! es necesario llevar los pasaportes aunque los países que visites pertenezcan a la UE ya que el barco navega por aguas internacionales.

  Los controles de seguridad son muy habituales, cada vez que quieras acceder al barco de nuevo, te pasan por un arco de seguridad y aunque el niño vaya dormido en su carrito, hay que sacarlo para poder dejar el carro junto a bolsos y mochilas para que lo miren por el túnel de rayos. Normalmente no ponen problemas con los alimentos, la comida del bebé no se la cuestionan. Aprovechad que vais con un bebé porque normalmente os dejan preferencia en los controles de acceso.

  Santorini. preciosa isla con paisajes para soñar y calles adoquinadas y estrechas con miles de burros transitando por ellas. Si lleváis bebés con carrito, es muy mala idea hacer esta excursión.

 Para llegar a tierra, tuvimos que subirnos en una lanzadera.

Y llevar el carro y el niño en brazos resulta dificultoso para subir  a ella. Afortunadamente para mí, José odia hacer colas y cuando desembarcamos en Santorini y vió la cola que había para coger el funicular (habíamos descartado la idea de subir andando o en burro por los niños) decidió volverse al barco en la lanzadera y llevarse a Migue con él. Ellos disfrutaron de un buffet prácticamente vacio de gente y de una placentera siesta y yo de una ciudad mágica con unas vistas espectaculares.



La cola del funicular no duró más de 40 minutos, muchos de ellos a pleno sol por lo que es importante llevar agua, algún snack y gorras para los niños. Paula tenía tanto calor que decidió anudarse la camisa para que se le viera el ombligo!








  Como para la bajada, no teníamos demasiado tiempo y la cola del funicular era interminable, decidimos bajar a pie. No lo recomiendo para niños que le den miedo los animales. Es una cuesta escalonada bastante larga (unos 20 minutos) y hay muuuuuchos burros y son más grandes! Paula está acostumbrada a los animales y le encantan, se atrevió a tocarlos y a empujarlos casi, pero hay riesgo de recibir más de una coz.



  Atenas. Nuestra confianza nos la jugó y nso quedamos sin poder contratar la excursión en le barco. Nos bajamos en el puerto y buscamos otra opción. Un taxista nos ofertço 2 coches con guía y llevarnos a los sitios  importantes por 120€ (10 personas) eso sí, allí no llevan sillitas ni alzadores para los niños.


Fué muy cómodo porque nos enseñaron los lugares más emblemáticos, dejándonos tiempo para hacernos fotos y viendo el cambio de guardia justo a tiempo.


 Para ir al coliseo hace falta armarse de paciencia y aguantar la cola. Mi grupo viajero no iba equipado de eso así que optamos por subirnos al peñón de en frente y fotografiarlo desde la distancia
.

 Después nos llevaron a Plaka, un precioso barrio lleno de tiencitas por donde pasear y encontrar recuerdos maravillosos.

 

Para comer, nos llevaron a una zona donde veranean los atenienses lleno de restaurantes con decoraciones exquisitas y comida estupenda. Ahora, nos metieron una clavada!

En cuanto nos vieron con un bebé, nos trajeron una trona y calentaron el potito sin ningún tipo de problema.

Y por hoy, creo que ya está bien. Prepararé otro post con nuestras últimas paradas y comentaros un poquito sobre la comida del barco y algunas actividades para los pequeños.
 Besitos!!

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