Nuestra casa es pequeña y los cumpleaños que ahora se estilan no son como los de antes. Ahora se hacen en piscinas de bolas y con los papás alternando mientras se toman un aperitivo.
Imposible 10 niños en casa con sus respectivos papás! Así que en las invitaciones sugerí que tenían que dejarlos y luego recogerlos. No sé como saldría el invento pero nos liamos la manta a la cabeza.
Decidí prepararle una mesa dulce como esas que veo en tantos blogs americanos. Aproveché una pared que tenemos turquesa para decorarla con copos de papel y me aventuré a hacer otros de hanna beads que prenderían de la lámpara alternados con pompones que harían la vez de nevada helada.
Para tapar la mesa ( que es negra y desentona completamente con la temática del cumple) usé dos papeles, uno celeste para la base, y uno blanco para la superficie y del que corté una tira larga de picos a modo de chupones helados.
Vasos y platos celestes, decorados con copos de nieve hechos en papel y comida sencilla pero muy vistosa hicieron que la mesa quedara preciosa. Como centro de mesa usé las figuras que a Paula le trageron los reyes sobre base de azúcar y dentro de una campana de vidrio. Varitas mágicas para las niñas (que por cierto, se nos olvidò repartir) y coronas para todos hicieron que los niños estuvieran entusiasmados.
Preparamos juegos con premios (muchos niños y aun pequeños para respetar turnos y normas) y una piñata que hicieron que se lo pasaran bomba.
Y por último, a soplar las velas en un súper bizcocho que nos hizo el abuelo (gracias papá!) .
Ha sido mucho trabajo pero la verdad que mereció la pena! Os apuntais a volver a los cumpleaños como los de toda la vida?